Cada jornada se abre con la brisa fresca de la sierra y el murmullo de los pájaros:

• Meditación al amanecer en la terraza, mientras el sol tiñe de oro la dehesa.

• Dos clases de yoga al día, una por la mañana y otra al atardecer, para enraizarnos y expandirnos con cada respiración.

• Cocina vegetariana de autor, elaborada con esmero por nuestra cocinera, que transforma los productos frescos en colores, aromas y sabores que nutren cuerpo y alma.

• Habitaciones compartidas con baño, espacios acogedores donde el descanso se vuelve profundo.

En las horas libres, el tiempo se dilata:

• El agua fresca de la piscina bajo el sol de mediodía.

• Senderos que huelen a romero y jara, perfectos para perderse en silencio.

• Pueblos blancos, historias antiguas y miradores que regalan la inmensidad de la sierra.

• O simplemente el regalo de no hacer nada, más que habitarte y dejarte habitar por la calma.